"Et lux in tenebris lucet" (Jn 1, 5)

"Et Lux in tenebris lucet" (Jn 1, 5)
ESTE BLOG, APOYÁNDOSE EN JESUCRISTO Y SUS VALORES, TIENE UNA FINALIDAD DE CARÁCTER EDUCATIVO, BUSCANDO, DESDE EL MENSAJE DEL EVANGELIO, CREAR EN LOS JÓVENES UNA CONCIENCIA CRÍTICA, BASADA EN LA BÚSQUEDA DE LA VERDAD DESDE LA INTERIORIDAD, LA REFLEXIÓN, LA FRATERNIDAD Y LA LIBERTAD RESPONSABLE.

miércoles, 30 de marzo de 2011

LOS EXCESOS DE LA ILUSTRACIÓN



Paul Klee, Angelus Novus (1920)

"Hay un cuadro de Klee que se titula Angelus Novus. Se ve en él un ángel, al parecer en el momento de alejarse de algo sobre lo cual clava la mirada. Tiene los ojos desorbitados, la boca abierta y las alas tendidas. El ángel de la historia debe tener ese aspecto. Su rostro está vuelto hacia el pasado. En lo que para nosotros aparece como una cadena de acontecimientos, él ve una catástrofe única, que arroja a sus pies ruina sobre ruina, amontonándolas sin cesar. El ángel quisiera detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo destruido. Pero un huracán sopla desde el paraíso y se arremolina en sus alas, y es tan fuerte que el ángel ya no puede plegarlas. Este huracán lo arrastra irresistiblemente hacia el futuro, al cual vuelve las espaldas, mientras el cúmulo de ruinas crece ante él hasta el cielo. Este huracán es lo que nosotros llamamos progreso" (Walter Benjamin, Sobre el concepto de historia)
La Ilustración, surgida en el siglo XVIII, según la define Kant, "es la salida del hombre de su autoculpable minoría de edad". Su lema,  Sapere aude! (¡ten valor para servirte de tu propio entendimiento!), pretendía que el hombre asumiera las riendas de su propio destino montado en el caballo de la Razón. Por Siglo de las Luces, debido al carácter iluminador que pretendía para el espíritu humano, se conoció al XVIII.  La Ilustración pretendió construir un mundo mejor apoyándose en el racionalismo, en el empirismo y en el pragmatismo, en definitiva en el método cartesiano. Sin duda, los objetivos, grosso modo, perseguidos por los Ilustrados eran nobles y sus consecuencias positivas han llegado a nuestros días en forma de progreso económico, científico y social. Sin embargo, la Ilustración carecía de valores morales firmes: se olvidó de Dios. Esto ha ocasionado que su influencia negativa haya llegado a nosotros, con especial intensidad en el siglo XX, donde el desprecio por la vida y la dignidad de las personas quedó patente en los años previos y durante la Segunda Guerra Mundial (Fascismo, Nazismo, Holocausto). Theodor Adorno y Max Horkheimer, pertenecientes a la Escuela de Frankfurt, en su obra Dialéctica de la Ilustración (1947), manifestaron los negativos efectos de esta corriente. La Razón se ha convertido en el nuevo "dios" en el que la sociedad moderna ha puesto sus esperanzas. La ciencia en el valor supremo que hay que perseguir "per se". En definitiva, el ser humano esclavo de su dominio. Los medios ya no se cuestionan, los fines priman y, desarraigados de firme suelo de los valores, conducen en muchas ocasiones a la barbarie. El ser humano se ha convertido, así, en nuestros días en un mero  medio del propio progreso, sometido al dominio del utilitarismo y del consumismo, obnubilado y esclavizado por el falso ideal de un aparente avance sin destino.
 

domingo, 27 de marzo de 2011

IV DOMINGO DE CUARESMA

Duccio di Buoninsegna, Curación del ciego de nacimiento (c. 1310)

Ruinas piscina Siloé (Jerusalén)

En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Y sus discípulos le preguntaron: «Maestro, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que naciera ciego?» Jesús contestó: «Ni éste pecó ni sus padres, sino para que se manifiesten en él las obras de Dios. Mientras es de día, tenemos que hacer las obras del que me ha enviado; viene la noche, y nadie podrá hacerlas. Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo.» Dicho esto, escupió en tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo:«Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado).» Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban: «¿No es ése el que se sentaba a pedir?» Unos decían: «El mismo.» Otros decían: «No es él, pero se le parece.» Él respondía: «Soy yo.» Y le preguntaban: «¿Y cómo se te han abierto los ojos?» Él contestó: «Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, me lo untó en los ojos y me dijo que fuese a Siloé y que me lavase. Entonces fui, me lavé, y empecé a ver.» Le preguntaron: «¿Dónde está él?» Contestó: «No sé.» Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista. Él les contestó: «Me puso barro en los ojos, me lavé, y veo.» Algunos de los fariseos comentaban: «Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado.» Otros replicaban: «¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?» Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego: «Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?» Él contestó: «Que es un profeta.» Pero los judíos no se creyeron que aquél había sido ciego y había recibido la vista, hasta que llamaron a sus padres y les preguntaron: «¿Es éste vuestro hijo, de quien decís vosotros que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?» Sus padres contestaron: «Sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego; pero cómo ve ahora, no lo sabemos nosotros, y quién le ha abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos. Preguntádselo a él, que es mayor y puede explicarse.» Sus padres respondieron así porque tenían miedo a los judíos; porque los judíos ya habían acordado excluir de la sinagoga a quien reconociera a Jesús por Mesías. Por eso sus padres dijeron: «Ya es mayor, preguntádselo a él.» Llamaron por segunda vez al que había sido ciego y le dijeron: «Confiésalo ante Dios: nosotros sabemos que ese hombre es un pecador.» Contestó él: «Si es un pecador, no lo sé; sólo sé que yo era ciego y ahora veo.» Le preguntan de nuevo: ¿«Qué te hizo, cómo te abrió los ojos?» Les contestó: «Os lo he dicho ya, y no me habéis hecho caso; ¿para qué queréis oírlo otra vez?; ¿también vosotros queréis haceros discípulos suyos?» Ellos lo llenaron de improperios y le dijeron: «Discípulo de ése lo serás tú; nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios, pero ése no sabemos de dónde viene.» Replicó él: «Pues eso es lo raro: que vosotros no sabéis de dónde viene y, sin embargo, me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino al que es religioso y hace su voluntad. Jamás se oyó decir que nadie le abriera los ojos a un ciego de nacimiento; si éste no viniera de Dios, no tendría ningún poder.» Le replicaron: «Empecatado naciste tú de pies a cabeza, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?» Y lo expulsaron. Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo: «¿Crees tú en el Hijo del hombre?» Él contestó: «¿Y quién es, Señor, para que crea en él?» Jesús le dijo: «Lo estás viendo: el que te está hablando, ése es.» Él dijo: «Creo, Señor.» Y se postró ante él. Jesús añadió: «Para un juicio he venido yo a este mundo; para que los que no ven vean, y los que ven queden ciegos.» Los fariseos que estaban con él oyeron esto y le preguntaron: «¿También nosotros estamos ciegos?» Jesús les contestó: «Si estuvierais ciegos, no tendríais pecado, pero como decís que veis, vuestro pecado persiste.» (Jn 9, 1-41)

De este hermoso pasaje del Evangelio podemos destacar una serie de ideas fundamentales para entender la vida y el mensaje de Jesús:

1º. Jesús es Dios mismo actuando en la historia que, operando desde los valores del Reino, libera de todo aquello que constriñe la dignidad humana, en este caso la ceguera.

2º. Jesús se opone a la idea extendida en su época, que consideraba a la enfermedad como un castigo divino.

3º. Denuncia Jesús la falsa religiosidad de los fariseos, que han olvidando los dos principales mandamientos, el amor a Dios y al prójimo, y están encerrados en su orgullo, en un cumplimiento externo de la Ley, sin que su corazón de "piedra" se haya transformado en un corazón de "carne". La misericordia, la compasión, valores tan mal comprendidos y con tan poco eco en nuestra moderna sociedad, tienen un carácter prioritario para Jesús. El sábado queda supeditado a las necesidades del hombre. San Ireneo (s. II) lo expresa con absoluta claridad: la gloria del Dios es que el hombre viva y la vida del hombre consiste en la visión de Dios.

4º. Jesús no viene para abolir la Ley, sino para darla pleno y perfecto cumplimiento. Por eso, envía al ciego, tras aplicarle el barro en los ojos, a purificarse en la piscina de Siloé, lugar en el que, al parecer, los judíos realizaban baños de purificación (mikveh). Esta piscina había sido construida en tiempos del rey Ezequías, contemporáneo del profeta Isaías, (s. VII a. C.), para surtir de agua a Jerusalén. En las fiestas de los Tabernáculos o las Tiendas, el Sumo Sacerdote bajaba a esta piscina donde recogía agua que luego vertía sobre el altar del Templo, haciéndolo así en memoria del agua que brotó de la peña cuando Moisés la golpeó con el bastón (Nm 20).

5º. Jesús "crea", renueva, con arcilla los ojos del ciego, de la misma forma que Dios Padre, en la Creación, modeló al hombre de barro (Gn 2, 7).

martes, 22 de marzo de 2011

LOS SAMARITANOS

Mapa de los Dos Reinos

Samaritano junto a la Torá

Vista de Nablus desde el Monte Garizim
Tras la muerte del rey Salomón (c. 930 a.C.), hijo del rey David y Betsabé,  su hijo Roboam heredó el reino unificado de Judá e Israel. El carácter despótico de Roboam hizo que el Reino del Norte, Israel, aclamara como rey a Jeroboam, funcionario de Salomón, produciéndose la separación de los reinos, de Judá (capital Jerusalén) e Israel (capital Siquem, aunque en el año 875 a.C. el rey Omrí trasladó la capital a Samaria). Con la destrucción del reino del norte, de Israel, por los asirios el año 722 a.C., según el Segundo Libro de los Reyes, la población fue deportada a las regiones del Imperio asirio como castigo a sus pecados, desapareciendo finalmente. Población extranjera habría ocupado el territorio del Reino del Norte, con su cultura y religión propias, habiendo evolucionado hacia una mezcla de cultos judío y pagano, creandose de esta forma el pueblo samaritano con identidad propia.
Posiblemente, el verdadero origen de la separación sea otro: el reino de Judá cayó en manos de los babilonios en el 586 a.C. y una buena parte de los habitantes fueron deportados a Babilonia. Tras la liberación por obra de Ciro II de los exiliados en el 537 a.C. la separación, por motivos étnico-religiosos nacidos del seno del propio pueblo judío, pudo haberse producido.
Con todo, el origen es confuso y los propios samaritanos dicen provenir de dos de las doce tribus, la de Efraín y Manasés hijos de José. La familia sacerdotal samaritana encontraría su legitimación en la tribu de Leví.
Para los samaritanos el lugar central del culto se encuentra en el Monte Garizim, atendiendo al Libro del deuteronomio (Dt 27, 12).
Sus creencias:
1º. Unidad y unicidad de Dios.
2º. Moisés es el único profeta.
3º. Los libros que componen el Pentateuco (Génesis, Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio) son los únicos inspirados.
4º. Lugar de culto: Monte Garizim.
5º. Resurrección de los muertos a partir del Juicio Final.
6º. Esperan la venida del Taheb, restaurador de todas las cosas, que hará justicia castigando a los impíos y premiando a los justos.
Su fiesta principal es la Pascua, sacrificando los corderos pascuales la víspera de la fiesta en el Monte Garizim. También celebran el Sabbat.
 Hoy en día el pueblo samaritano, muy endogámico, no alcanza las ochocientas personas.

domingo, 20 de marzo de 2011

III DOMINGO DE CUARESMA

Guercino, Jesús y la samaritana en el pozo (1640)

 Iglesia ortodoxa de santa Photina, que alberga el pozo de Jacob (Nablus)


Interior de la iglesia ortodoxa de santa Photina (Nablus)

En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José: allí estaba el manantial de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al manantial. Era alrededor del mediodía. Llega una mujer de Samaría a sacar agua, y Jesús le dice: "Dame de beber". (Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida.) La Samaritana le dice: "¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?".(porque los judíos no se tratan con los samaritanos). Jesús le contestó: "Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva". La mujer le dice: "Señor, si no tienes cubo y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas el agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?". Jesús le contesta: "El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna". La mujer le dice: "Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla". Él le dice: "Anda, llama a tu marido y vuelve". La mujer le contesta: "No tengo marido". Jesús le dice: "Tienes razón, que no tienes marido: has tenido ya cinco y el de ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad". La mujer le dice: "Señor, veo que tú eres un profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte, y vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén". Jesús le dice: "Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén daréis culto al Padre. Vosotros dais culto a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que le den culto así. Dios es espíritu, y los que le dan culto deben hacerlo en espíritu y verdad". La mujer le dice: "Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga él nos lo dirá todo". Jesús le dice: "Soy yo: el que habla contigo". En esto llegaron sus discípulos y se extrañaban de que estuviera hablando con una mujer, aunque ninguno le dijo: "¿Qué le preguntas o de qué le hablas?". La mujer, entonces, dejó su cántaro, se fue al pueblo y dijo a la gente: "Venid a ver un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho: ¿será éste el Mesías?". Salieron del pueblo y se pusieron en camino adonde estaba él.  Mientras tanto sus discípulos le insistían: "Maestro, come". El les dijo: "Yo tengo por comida un alimento que vosotros no conocéis". Los discípulos comentaban entre ellos: "¿Le habrá traído alguien de comer?". Jesús les dijo: "Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a término su obra. ¿No decís vosotros que faltan todavía cuatro meses para la cosecha? Yo os digo esto: Levantad los ojos y. contemplad los campos, que están ya dorados para la siega; el segador ya está recibiendo salario y almacenando fruto para la vida eterna: y así se alegran lo mismo sembrador y segador. Con todo, tiene razón el proverbio «Uno siembra y otro siega». Yo os envié a segar lo que no habéis sudado. Otros sudaron y vosotros recogéis el fruto de sus sudores".  En aquel pueblo muchos samaritanos creyeron en él por el testimonio que había dado la mujer: "Me ha dicho todo lo que he hecho". Así, cuando llegaron a verlo los samaritanos, le rogaban que se quedara con ellos. Y se quedó dos días. Todavía creyeron muchos más por su predicación, y decían a la mujer: "Ya no creemos por lo que tú dices, nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo" (Jn 4, 5-42)
Jacob (Gn 29, 2-10) había sostenido la vida física del pueblo judío mediante el agua del pozo, lo mismo que Moisés lo hizo con el maná (Ex 16). El nuevo Jacob, el nuevo Moisés, Jesucristo, ofrece un nuevo pozo, un nuevo manantial y un nuevo pan, él mismo; un  pozo y un pan diferentes que sacian la vida espiritual de creyente y que le conducen a la salvación.
Jesús que aparece en el pasaje cansado,  consecuencia de los esfuerzos y trabajos que ha llevado por causa de su misión, se presenta ante la samaritana como el mesías esperado. Jesús, que rechaza las distinciones entre judíos y samaritanos, supera las exigencias religiosas del Templo y de los sacrificios. Él mismo, su propio cuerpo, se va a convertir en el verdadero Templo y en el verdadero sacrificio propiciatorio. Su muerte, liberadora de la esclavitud del pecado, tiene un carácter redentor pleno. Jesús es el verdadero Cordero sacrificado para la salvación del género humano. El cuerpo y la sangre de Cristo se convierten en el verdadero alimento espiritual del creyente; la Eucaristía en la anamnesis, el memorial de la Pascua de Cristo, la actualización de la ofrenda sacramental de Cristo en la cruz.

viernes, 18 de marzo de 2011

EL TERREMOTO DE LISBOA DE 1755

Grabado que muestra los efectos del terremoto de Lisboa de 1755

Ruinas, consecuencia del terremoto de 1755, de la iglesia del Convento do Carmo (Lisboa)

El día 1 de noviembre de 1755, el día de Todos los Santos, un devastador terremotó asoló la ciudad de Lisboa. Este seísmo ha sido el primero en la historia en ser estudiado científicamente. Comenzó hacia las diez de la mañana y su duración estimada fue de entre seis y diez minutos. Sucesivas réplicas aumentaron su poder destructor. Casas, palacíos, iglesias y edificaciones de todo tipo quedaron reducidas a escombros y numerosos incendios se declararon por toda la ciudad. Cerca de las once de la mañana, enormes olas, consecuencia del maremoto que se produjo, comenzaron a romper sobre la ribera norte del río Tajo destruyendo todo lo que encontraron a su paso. Lisboa en aquellas fechas contaba con una población de unos 275.000 habitantes y, aunque es difícil calcular el número de los fallecidos por el sismo, la cifra podría aproximarse a las 25.000 víctimas. De los veinte mil edificios lisboetas apenas tres mil pudieron ser habitados. El maremoto hizo notar sus efectos en el norte de África, y las ciudades de Huelva y Cádiz sufrieron el poder devastador de las olas. Las consecuencias del terremoto se sufrieron también en el interior de la Penísula: en Salamanca la Catedral Nueva sufrió importantes daños y en Valladolid la torre de la catedral, muy afectada por el terremoto, se derrumbó en 1841.
Lisboa en aquella época tenía un aspecto medieval y su arquitectura no destacaba por su belleza, aunque era una ciudad rica. El resto del país estaba sumido en la pobreza y su hacienda pública, esquilmada por las extravagancias del rey Joao V (1706-1750), apenas era un pálido reflejo del esplendor portugués del siglo XVI. Las poderosas empresas británicas asentadas en portugal controlaban los grandes negocios y el comercio de oro con Brasil.  Mientras la agricultura portuguesa languidecía, las importaciones de cereales aumentaban y casi todas las mercancías, desde los trajes de los cortesanos, hasta las redes de los pescadores o los aperos del campo, se compraban en Inglaterra. Tras el terremoto, el marqués de Pombal,  Sebastião de Melo, primer ministro del rey José I (1750-1777), destacado representante del despotismo ilustrado de la época, planificó e impulsó inmediatamente la reconstrucción de Lisboa.
Fernando VII pidió al  Consejo Supremo de Castilla que elaborase un exhaustivo informe sobre el terremoto y los filósofos se ocuparon de reflexionar sobre el fenómeno producido: Voltaire escribió en el año 1756 un poema titulado Poème sur le désastre de Lisbonne y Cándido, un cuento filosófico, en 1759; también Kant se ocupó, desde varios puntos de vista, de este suceso.

martes, 15 de marzo de 2011

II DOMINGO DE CUARESMA

Rafael Sanzio, La Transfiguración (c.1519)


Perugino, La Transfiguración (c.1498)

Basílica de "La Transfiguración". Monte Tabor. Israel.

Interior de la Basílica de "La Transfiguración". Monte Tabor. Israel.

Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó a parte a una montaña alta. Se transfiguró delante de ellos y su rostro resplandecía como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: "Señor, ¡qué hermoso es estar aquí! Si quieres, haré tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías". Todavía estaban hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: "Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadle". Al oirlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto. Jesús se acercó y tocándoles les dijo: "Levantaos, no temáis". Al alzar los ojos no vieron a nadie más que a Jesús, solo. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: "No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos" (Mt 17, 1-9).
El episodio de "La Transfiguración del Señor" pone de manifiesto cómo los apóstoles más cercanos a Jesús experimentan el gozo de la Gloria anticipada. El Maestro quiere que, antes de su Pasión y de las dificultades por las que van a atravesar sus discípulos, Pedro, Santiago y Juan vivan durante un corto espacio de tiempo lo que será la vida definitiva, plena y para siempre junto a Dios Glorificado, de modo que el recuerdo de esta experiencia trinitaria les anime cuando deban dar testimonio de su fe.
San Bernardo de Claraval, conocido como el "Doctor melifluo" -boca de miel- porque su predicación estaba llena de claridad y hermosura, señalaba en una de sus homilías:
«¿Por qué motivo subió Jesús al monte Tabor para ser Transfigurado sino para enseñarnos a elevarnos con la mente hacia esta gloria que será revelada en nosotros un día? Nuestro corazón, ese es el monte donde Cristo se transfigura. Subid y sabréis que el Señor ha exaltado a su Santo»

domingo, 13 de marzo de 2011

EL TEMPLO DE JERUSALÉN

Maqueta del Segundo Templo


Muro de las Lamentaciones
Judío jasídico orando en el Muro de las Lamentaciones

  Traslado de la Menorah saqueada por los romanos del Templo de Jerusalén. "Arco de Tito" (c.82)

PRIMER TEMPLO
Construido en tiempos del rey Salomón (c. 950-960 a.C.), su descripción se recoge en el Libro Primero de los Reyes (1 R 6, 1-37). En una de sus cámaras se guardaba el Arca de la Alianza, que contenía las Tablas con los Diez Mandamientos, la vara de Aarón que reverdeció y una urna de oro con maná (Ex 25, 10-22 / Hb 9, 4-5). Este templo fue destruido en tiempos de rey babilónico Nabucodonosor II en el año 587 a.C. cuando conquistó Jerusalén. Esta conquista provocó que una parte muy significativa del pueblo hebreo fuera deportada a Babilonia. El año 538 a.C. el persa Ciro el Grande derrotó a los babilonios y permitió al pueblo hebreo regresar a su tierra.

SEGUNDO TEMPLO
El año 535 a.C. comienza la construcción del Segundo Templo, en tiempos de Esdras y Nehemías (Esd 5 y 6). Fue terminado el año 515 a.C. Se situó en el monte Moriah, lugar donde Abraham subió con su hijo Isaac para sacrificarlo.
Herodes el Grande, en torno al año 20 a.C, emprendió su reforma; una reforma que supuso una casi total remodelación. En Jn 2, 20 se nos informa que su construcción duró 46 años. Con la toma de Jerusalén el año 70, tras la rebelión judía contra la dominación romana del año 66, por las tropas de Tito (en el año 79 emperador), el templo fue destruido y sus riquezas saqueadas.
Flavio Josefo (37-101), historiador judío-fariseo romanizado, describe en su obra "La guerra de los judíos" el Segundo Templo (Libro VI, Capítulo V).
En la actualidad únicamente se conserva una parte de la muralla que albergaba el templo, el muro occidental, el lugar más santo del judaísmo, conocido como Muro de las Lamentaciones.





miércoles, 9 de marzo de 2011

I DOMINGO DE CUARESMA

Duccio di Buoninsegna, La tentación de Cristo en la montaña (c.1308)

James Tissot, La tentación de Cristo (1895)
Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. Y después de ayunar cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre. El tentador se le acercó y le dijo: Si eres el Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes. Pero él le contestó, diciendo: Está escrito: "No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios".
Entonces el diablo lo lleva a la ciudad santa, lo pone en el alero del templo y le dice: Si eres el Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: "Encargará a sus ángeles que cuiden de ti, y te sostendrá en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras". Jesús le dijo:También está escrito: "No tentarás al Señor tu Dios".
Después el diablo lo lleva a una montaña altísima y, mostrándole los reinos del mundo y su gloria, le dijo: Todo esto te daré, si te postras y me adoras. Entonces le dijo Jesús: Vete, Satanás, porque está escrito: "Al Señor, tu Dios, adorarás y a él sólo darás culto". Entonces lo dejó el diablo, y se acercaron los ángeles y le servían (Mt 4, 1-11)
La actitud de Jesús es de rechazo absoluto a todo aquello que esclaviza al hombre: el poder, el dinero, la fama, la avaricia, la ambición, el egoísmo, la autosuficiencia. Jesús, Dios y hombre, asume nuestra propia naturaleza y se iguala en todo a nosotros, salvo en el pecado. La respuesta de Jesús ante las tentaciones nos invita a su imitación: solamente una vida centrada en los valores del Evangelio y al servicio del prójimo nos permite desarrollar una existencia plena que, aunque no exenta de dificultades, encuentra su sentido, su esperanza y felicidad en Dios.

jueves, 3 de marzo de 2011

MIÉRCOLES DE CENIZA


Con el miércoles de ceniza se inicia el tiempo litúrgico de la cuaresma. Cuarenta días de preparación para celebrar los Misterios de nuestra fe: la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor Jesús. Sin duda, el cuarenta es un número simbólico en la Biblia; tiempo de sacrificio, pero tiempo de espera gozosa en el señor: 40 días pasó el Señor ayunando en el desierto (Mt 4, 1-2); 40 días estuvo Moisés con Dios en el monte Sinaí (Ex 24, 18) y 40 años estuvo el pueblo hebreo en el desierto hasta llegar a la Tierra Prometida (Nm 14, 33).
 A través del gesto de la imposición de la ceniza se nos recuerda nuestra poquedad, nuestra frágil condición, que solamente en Dios encuentra esperanza. Las palabras que acompañan al gesto de la imposición de la ceniza en nuestras cabezas, "conviértete y cree en el Evangelio" (Mc 1, 15) expresan esa realidad. Se nos invita a volvernos hacia Dios para, asumiendo nuestra condición, entrar en un proceso de conversión a través de la oración, el sacrificio y el ayuno.
Dijo Jesús a sus discípulos: "Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos, de lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará. Cuando recéis, no seáis como los hipócritas a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará. Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los hipócritas que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará" (Mt 6, 1-6.16-18)