La moneda del tributo. Rubens (c. 1612) |
Denario del Tributo. Anverso Tiberio (14-37). Reverso Livia, madre de Tiberio, como diosa Pax |
En aquel tiempo, se retiraron los fariseos y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta. Le enviaron unos discípulos, con unos partidarios de Herodes, y le dijeron: «Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad; sin que te importe nadie, porque no te fijas en las apariencias. Dinos, pues, qué opinas: ¿es lícito pagar impuesto al César o no?» Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús: «¡Hipócritas!, ¿Por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto». Le presentaron un denario. Él les preguntó: «¿De quién son esta cara y esta inscripción?» Le respondieron: «Del César». Entonces les replicó: «Pues pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios» (Mt 22, 15-21)
Este pasaje nos muestra cómo los fariseos tratan de tender una trampa a Jesús. La respuesta de Jesús desactiva sus pretensiones, al tiempo que nos muestra los verdaderos valores del Reino de Dios. La opción de los cristianos se centra en buscar a Dios y su justicia, en cambio los poderes del mundo han convertido el dinero en el centro de la actividad humana. La crisis económica y moral que atravesamos pone de manifiesto que el camino que hemos elegido no es el adecuado. Si vivimos como si Dios no existiese terminaremos sumidos en la desesperanza y el peso de los días se nos hará insoportable. El verdadero sentido de la vida pasa por Dios, y toda nuestra actividad como criaturas, imágenes del Creador, debe orientarse en construcción de su Reino; de esta forma, podremos caminar como "peregrinos" en este mundo, esperanzados, con la mirada puesta en encuentro final con el Señor.