"Et lux in tenebris lucet" (Jn 1, 5)

"Et Lux in tenebris lucet" (Jn 1, 5)
ESTE BLOG, APOYÁNDOSE EN JESUCRISTO Y SUS VALORES, TIENE UNA FINALIDAD DE CARÁCTER EDUCATIVO, BUSCANDO, DESDE EL MENSAJE DEL EVANGELIO, CREAR EN LOS JÓVENES UNA CONCIENCIA CRÍTICA, BASADA EN LA BÚSQUEDA DE LA VERDAD DESDE LA INTERIORIDAD, LA REFLEXIÓN, LA FRATERNIDAD Y LA LIBERTAD RESPONSABLE.

lunes, 10 de octubre de 2011

JÜRGEN HABERMAS Y LA RELIGIÓN


Jürgen Habermas, nacido en Alemania en 1929, uno de los filósofos vivos más importantes, pertenece a la segunda generación de la Escuela de Frankfurt, corriente filosófica que había surgido tras la Primera Guerra Mundial inspirándose en Marx, Weber y Freud.
Habermas adopta un pensamiento propio orientado hacia la teoría social, con el objetivo de hacer un análisis minucioso de la sociedad occidental secularizada y postcapitalista, buscando una renovación de la democracia, del Estado de Derecho, de la organización social, bajo el paradigma de la ética discursiva.
Habermas, aunque es agnóstico, ha defendido el papel de la religión en una democracia deliberativa. Para él, contrariamente a lo que opinan los partidos socialdemócratas europeos, que aún no se han sacudido la tara del marxismo liberticida, la religión debe ocupar un lugar central en la democracia, en favor de la política. La moral que mana de la religión debe ser aprovechada para construir sociedades más justas, solidarias y cohesionadas. La democracia no puede olvidar el inmenso potencial de sentido del judeo-cristianismo; en caso contrario, se verá abocada al sinsentido por falta de raíces morales. No tenemos más que contemplar las catastróficas consecuencias que está produciendo en nuestras avanzadas sociedades la legalización del aborto. Protegemos las especies y nos olvidamos del ser humano. Somos ecologistas selectivos que hemos olvidado el valor de la vida humana.
Es necesario asentar nuestras sociedades en verdaderos valores, que tengan en cuenta la compasión y un profundo sentido de la justicia y la solidaridad, de la fraternidad en definitiva, en orden a proteger al hombre de la autodestrucción.