"Et lux in tenebris lucet" (Jn 1, 5)

"Et Lux in tenebris lucet" (Jn 1, 5)
ESTE BLOG, APOYÁNDOSE EN JESUCRISTO Y SUS VALORES, TIENE UNA FINALIDAD DE CARÁCTER EDUCATIVO, BUSCANDO, DESDE EL MENSAJE DEL EVANGELIO, CREAR EN LOS JÓVENES UNA CONCIENCIA CRÍTICA, BASADA EN LA BÚSQUEDA DE LA VERDAD DESDE LA INTERIORIDAD, LA REFLEXIÓN, LA FRATERNIDAD Y LA LIBERTAD RESPONSABLE.

domingo, 17 de abril de 2011

JUEVES SANTO DE LA CENA DEL SEÑOR

Giotto di Boldone (s. XIV)
 
   
Hans Holbein, el joven, Última Cena (1524-1525)
 


Cenáculo (Jerusalén)
 
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Estaban cenando (ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas  Iscariote, el de Simón, que lo entregara) y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido.
Llegó a Simón Pedro y éste le dijo: "Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?" Jesús le replicó: "Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde". Pedro le dijo: "No me lavarás los pies jamás". Jesús le contestó: "Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo". Simón Pedro le dijo: "Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza". Jesús le dijo: "Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos". (Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: "No todos estáis limpios"). Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: "¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis "el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis". (Jn 13, 1-15)
El lavatorio de los pies no solamente refleja la kénosis del Redentor; más aún, es el propio Dios, es el amor de Jesucristo, el que nos purifica. No es el hombre el que asciende hacia Dios, es el propio Dios que se acerca al hombre, se iguala a él, atrayendo a la criatura hacia el Creador. La pureza es un acto de Dios, un don, que el hombre no merece. El mandato de Jesús para que sigamos su ejemplo, es un obrar del propio Salvador que actúa en nosotros y, de esa forma, nuestro obrar se acomoda al suyo. El mandamiento nuevo, "amaos los unos a los otros como yo os he amado" (Jn 13, 34-35), no es únicamente una exigencia de perfección en el ámbito del Decálogo, es mucho más: consiste en identificarse progresivamente con Cristo.