"Et lux in tenebris lucet" (Jn 1, 5)

"Et Lux in tenebris lucet" (Jn 1, 5)
ESTE BLOG, APOYÁNDOSE EN JESUCRISTO Y SUS VALORES, TIENE UNA FINALIDAD DE CARÁCTER EDUCATIVO, BUSCANDO, DESDE EL MENSAJE DEL EVANGELIO, CREAR EN LOS JÓVENES UNA CONCIENCIA CRÍTICA, BASADA EN LA BÚSQUEDA DE LA VERDAD DESDE LA INTERIORIDAD, LA REFLEXIÓN, LA FRATERNIDAD Y LA LIBERTAD RESPONSABLE.

domingo, 10 de abril de 2011

DOMINGO DE RAMOS


Pietro Lorenzetti, Entrada de Jesús en Jerusalén (s. XIV)

Anton van Dyck, Entrada de Jesús en Jerusalén (1617)

Cuando se acercaban a Jerusalén y llegaron a Betfagé, junto al monte de los Olivos, Jesús mandó dos discípulos, diciéndoles: "Id a la aldea de enfrente, encontraréis enseguida una borrica atada con su pollino, desatadlos y traédmelos. Si alguien os dice algo, contestadle que el Señor los necesita y los devolverá pronto". Esto ocurrió para que se cumpliese lo que dijo el profeta: «Decid a la hija de Sión: Mira a tu rey, que viene a ti, humilde, montado en un asno, en un pollino, hijo de acémila.» Fueron los discípulos e hicieron lo que les había mandado Jesús: trajeron la borrica y el pollino, echaron encima sus mantos y Jesús se montó. La multitud extendió sus mantos por el camino; algunos cortaban ramas de árboles y alfombraban la calzada. Y la gente que iba delante y detrás gritaba: "¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en el cielo!" Al entrar en Jerusalén, toda la ciudad preguntaba alborotada: "¿Quién es éste?" La gente que venía con él decía: "Es Jesús, el profeta de Nazaret de Galilea" (Mt 21, 1-11)
En este hermoso pasaje Jesús se presenta como un rey; no un monarca con poder militar: la paz, la sencillez y la justicia son su fuerza. Entra en Jerusalén con su poder salvador, como rey de los pobres.
Cuando los discípulos aparejan , echando sus mantos, la cabalgadura están realizando un gesto de profundo significado, que aparece mencionado en el Antiguo Testamento, de igual forma que cuando los que aclaman a Jesús arrojan los mantos a su paso: reconocen y entronizan a quien representa la esperanza mesiánica a través de la descendencia del rey David (1 R 1, 33 s. / 2 R 9, 13).
Las palabras que exclama la multitud expresan también el regocijo de aquellos que han reconocido a quien no solamente es portador de la Salvación, sino que él mismo es la Salvación: Hosanna, alabanza jubilosa, con un claro sentido impetratorio, y la expresión "bendito el que viene en nombre del Señor", tomada del Salmo 118.
Jesús, como apreciamos por el pasaje, es saludado como el Rey Salvador, como el Esperado, en quien se cumplen las promesas veterotestamentarias.
(Para profundizar: capítulo 1, "Entrada en Jerusalén y purificación del Templo", Benedicto XVI, Jesús de Nazaret. Desde la Entrada en Jerusalén hasta la Resurrección, págs. 11 a 21)