"Et lux in tenebris lucet" (Jn 1, 5)

"Et Lux in tenebris lucet" (Jn 1, 5)
ESTE BLOG, APOYÁNDOSE EN JESUCRISTO Y SUS VALORES, TIENE UNA FINALIDAD DE CARÁCTER EDUCATIVO, BUSCANDO, DESDE EL MENSAJE DEL EVANGELIO, CREAR EN LOS JÓVENES UNA CONCIENCIA CRÍTICA, BASADA EN LA BÚSQUEDA DE LA VERDAD DESDE LA INTERIORIDAD, LA REFLEXIÓN, LA FRATERNIDAD Y LA LIBERTAD RESPONSABLE.

viernes, 20 de mayo de 2011

5º. DOMINGO DE PASCUA

San Clemente de Taüll (Lérida), Pantocrátor (s. XII)

Hagia Sophia, Cristo en majestad con Constantino IX y la emperatriz Zoe ( s. XI)
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
— No perdáis la calma, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias y me voy a prepararos sitio. Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo para que donde estoy yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino.
Tomás le dice:
— Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo podemos saber el camino?
Jesús le responde:
— Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocierais a mi, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto.
Felipe le dice:
— Señor, muéstranos al Padre y nos basta.
Jesús le replica:
— Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ve a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tu: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no, creed a las obras. Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aun mayores. Porque yo me voy al Padre. (Jn 14, 1-12)
La revelación plena y definitiva de Dios a la humanidad no se realiza de forma impersonal, se hace a través de su propio Hijo, Jesucristo. La identificación entre la Primera y la segunda Persona de la Trinidad es plena; quien sigue a Jesucristo, Camino, Verdad y Vida, avanza en este mundo para alcanzar en el otro la plenitud de la Vida en Dios, momento en el que alcanzaremos todos los frutos de Salvación merced a los méritos de Jesucristo.

sábado, 14 de mayo de 2011

4º. DOMINGO DE PASCUA

Murillo, El Buen Pastor niño (1660)
James Tissot, El Buen pastor (c.1890)

Catacumba de Priscila, Fresco del Buen Pastor (s.III)

El Buen Pastor (s. III)
Dijo Jesús:
   — «Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda, y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.»
   Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús:
   — «Os aseguro que soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon.
Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos.
    El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante.» (Jn 10, 1-10)

Cristo es el Camino, la Verdad y la Vida, y también el Buen Pastor que se preocupa por sus criaturas y no las abandona. Sólo a través de Él, único mediador entre Dios y los hombres, porque es Dios mismo, se alcanza la Salvación.

jueves, 5 de mayo de 2011

3º. DOMINGO DE PASCUA

Altobello Melone, Camino de Emaús (c.1518)

Tiziano, Cena de Emaús (c. 1535)
Anónimo, Cena de Emaús (s. XVII)
 Los discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.
Él les dijo: "¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?" Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó: "¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado allí estos días?" Él les preguntó: "¿Qué?" Ellos le contestaron: "Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves: hace ya dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron."
Entonces Jesús les dijo: "¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?" Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura. Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron, diciendo: "Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída." Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció.
Ellos comentaron: "¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?" Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo: "Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón." Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. (Lc 24, 13-35) 

Ante el desconcierto y la pérdida de confianza, de fe, de estos discípulos por el fracaso aparente del Maestro que muere en la cruz, Jesús se les presenta cuando salen de Jerusalén camino de Emaús. La explicación de todo aquello que en la Escritura se refiere al Mesías, a su persona, y la fracción del pan, hará que los discípulos reconozcan a ese "desconocido" que su falta de fe había velado: Jesucristo resucitado.